Un recuerdo


Vengo a dejar otro pequeño texto que surgió de manera realmente espontánea. Lo escribí mientras esperaba que me boten de la biblioteca (xD).  Gracias de nuevo a mi brother Beto por permitirme publicar en su blog, poco a poco ando apoyando también espero que siga avanzando, tiene mucho por dar el blog, sé que Beto extraña a la gran cantidad que tuvo antes, pero ya ahí ira recuperando a todos y tendrá aún más.

Un recuerdo

Bajo un árbol, sobre una manta celeste y al lado de un mar de coronas rojas, se encontraba el recuerdo de su amada. Travieso, como siempre; nunca estático. En todas ocasiones, buscando volver a la mente de su dueño.
Es por ello que, al desterrar a ese recuerdo de su cabeza, lo dejó muy bien encadenado. – De aquí no te escaparás,- le dijo- no volverás nunca más.
El recuerdo se mostraba triste, aunque, no por ello iba a dejar de inquietarlo. Se las ingenió para escapar y buscar a su dueño. Demasiado tarde, él ya se encontraba muy lejos.
El recuerdo quería mostrarle al chico que no podía soslayar su pasado. Lo buscó por diversos lugares, incluso de condiciones inhumanas; padeció noches de frío y en soledad. Siguió buscando, sin saber que el chico ya no estaba; era como si junto a una brisa hubiese decidido marcharse y perderse.
No se rindió, insistió, siguió buscándolo: no lo encontró. Terminó bajo la tutela de una familia humilde, quienes le brindaron todo lo que necesitaba. Decidió dejar su búsqueda.
El muchacho, inalcanzable para el recuerdo, ya había llegado a la última etapa de su vida. Formó una familia, hizo como si ese recuerdo nunca hubiese existido. Quizás en la calle se volvió a cruzar miradas con la chica, pero ya no la recordaba. Quizás sus hijos hayan estudiado en el mismo colegio (claro, todo puede pasar). Pero los dos jóvenes que una vez se amaron ya no se recordaron.
El recuerdo, longevo también, como un último deseo de vida, iba a transmitir su mensaje a la familia. En ese momento, creyó ver pasar por la venta a su dueño. Corrió con lo poco de fuerza que le quedaba. Lo alcanzó: se alegró mucho. Es ahí que al tocarlo se dio cuenta que todo era un espejismo: que la familia que lo había acogido era una estirpe de lobos, que el lugar donde había vivido todo este tiempo era una cueva, que la comida que degustó tan placenteramente era carne humana: había enloquecido.
El muchacho despertó: todo era un mal sueño. Su recuerdo seguía en su mente; su amada, en su corazón.

Autor: Unknown

Artículo Un recuerdo publicado por Unknown el 3 de marzo de 2011. 0 comentarios.
 

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